Libros
FUENTE: ABCD 13 de marzo de 2011 - número: 988
Francisco Mora es catedrático de Fisiología Humana y autor de varias obras sobre neurociencia. En El dios de cada uno ensaya la búsqueda de los mecanismos cerebrales de la construcción de la fe, sustento de todo deísmo.
La causa primera
Las negaciones científicas de Dios como figura absoluta, como causa primera, han adoptado varias formas a lo largo del siglo XX. Dios, han dicho muchos de nuestros mejores científicos y filósofos, no es un tema de la ciencia o de la filosofía.
Otros, como el maravillosamente controvertido Richard Dawkins, experto en evolucionismo, piensa, creo que con razón, que desde un punto de vista científico no es lo mismo un mundo con Dios o sin él y, por lo tanto, sí hay algo que decir. Este mismo autor ha escrito un libro que Mora podría haber aprovechado más en la primera parte de su obra, El espejismo de Dios, así como creo que habría enriquecido su exposición, desde el lado filosófico, haber tenido en cuenta La vida eterna, de Fernando Savater.
Hay en Mora (no sólo en él, y en este sentido nos hallamos ante un innecesario reduccionismo cientificista) una creencia -la de que todo se explica por el cerebro-, un exceso de localismo: es en el cerebro y en su estudio «donde se encuentra la única vía posible para hallar una más cercana "realidad" del hombre y de cómo construye sus ideas»: si influimos en determinadas zonas, si observamos la actividad cerebral en relación a ciertos pensamientos y emociones, etc.
Una zona del cerebro
No niego su pertinencia, e investigadores como Antonio Damasio están aportando conocimientos asombrosos sobre la formación y el proceso de la cognición que no debemos ignorar, pero no creo que se añada mucho señalando que el acto de pensar en Dios y en el resto de las construcciones abstractas active una misma zona del cerebro. Lo podríamos reducir aún más: sin vida no hay pensamiento.
No sugiero que la ciencia cognitiva no explique muchos aspectos, y el mismo Mora lo hace con competencia en la parte más científica de este libro, sino que hay que tener cuidado con afirmar que las ideas se explican por el análisis, todo lo complejo que se quiera, de la actividad molecular y neural. El tema es largo y merece que se lo tome en serio. En cuanto a la defensa de Mora del pensamiento científico y crítico, en la vieja línea de Popper y Russell, nunca se hará lo bastante en este sentido.
Lo que Mora afirma es que Dios forma parte de la fe y que parece evidente la imposibilidad de construir alguna verdad sobre la fe. Defiende (como algunos creyentes) la religiosidad íntima como legítima. Dios, según Mora, participa de la actividad cognitiva relacionada con la «adaptación al medio sensorial y social» y ha tenido un valor «de supervivencia para el individuo», pero no nos ayuda a comprender el mundo.
Juan Malpartida
No hay comentarios:
Publicar un comentario