martes, 15 de marzo de 2011

Hiperrealidad

Se denomina ‘hoax’ alas mistificaciones que, como la de Sokal, juegan al engaño 


Josep Maria Ruiz Simon
LA VANGUARDIA MARTES, 8 JUNIO 2010

Jean Baudrillard
describió, en una de sus obras, lo que le puede suceder aalguien cuando le da por simular un hurto en unos grandes almacenes o un atraco en un banco. Cuando uno imita bien un robo y le acaban pillando, resulta difícil convencer alos de seguridad de que se trataba de una rapiña ficticia. La acción, los gestos, son los mismos que en un hurto real. No hay entre ellos, si la interpretación es convincente, ninguna diferencia perceptible. Tampoco la hay en el caso del atraco, un tipo de imitación en el que la probabilidad de que lo real se mezcle con lo simulado, sobre todo si también se finge la toma de un rehén, aumenta considerablemente. Si se trata de un simulacro perfecto, el simulador puede encontrarse sin dificultad con un policía que le pega un tiro o con un cliente al que le da un infarto. Pero, desde el punto de vista de la teoría, el problema cuando uno lleva estas simulaciones hasta el final y acaba llevándose el botín. A partir de ese momento, las diferencias entre el delito fingido y un delito real tienden a borrarse.Algo parecido sucede con las imposturas intelectuales.

Tal vez algunos lectores recordarán que en 1997 el físico Alan Sokal publicó, junto con Jacques Bricmont, un libro cuyo título aludía aestas imposturas. Sokal hablaba con conocimiento de causa. Apenas un año antes, había conseguido que la revista Social Text, de la Duke University  Press, se zampara un absurdo escrito presuntamente filosófico en el que amalgamaba una serie de sandeces cuya principal virtud era satisfacer paródicamente los prejuicios de sus editores, que lo publicaron sin darse cuenta de la trampa. Sokal utilizó esta estratagema para poner de manifiesto que no era precisamente oro todo lo que relucía en determinados discursos que circulaban bajo bendición académica. Si hubiera llevado más allá el juego, es probable que gracias a esta publicación hubiera conseguido también uno de esos tramos con los que las autoridades competentes incentivan salarialmente la excelencia investigadora y contribuyen a engordar aquella hiperrealidad de la que solía hablar Baudrillard y que Umberto Eco definió, en alguna ocasión, como el dominio de la falsedad auténtica.

En inglés, se denomina hoax a las mistificaciones que,como la de Alan Sokal, juegan al engaño abusando de la credulidad odelaestupidez. El término también se aplica a las falsas noticias que se hacen circular por internet. A menudo informan de estudios académicos inexistentes realizados por instituciones ficticias. La fiabilidad de este tipo de estudios, a los que no hay que confundir con los informes inexistentes encargados y pagados por administraciones reales, tal vez no es muy alta. Pero no es necesariamente más baja que la de los estudios perpetrados, alasokaliana, por simulación, a los que, atendiendo alarelación entre resultados obtenidos y recursos empleados, supera en eficiencia.

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