Pensadores para un mundo incierto que no deja de cambiar
El aumento de la desigualdad y la crisis democrática, temas centrales
LA VANGUARDIA 20/05/2014
Josep Massot
Daniel
Kahneman escribió un libro best seller, Pensar rápido, pensar despacio,
cuyo título podría servir para una mínima clasificación de los
pensadores que intentan analizar los cambios vertiginosos del mundo de
hoy, en el que es más necesaria que en otras épocas la capacidad de
relacionar distintos saberes. Kahneman, por cierto, psicólogo, ganó el
premio Nobel de Economía en el 2002 por analizar cómo los individuos
adoptan decisiones en entornos de incertidumbre.
Hoy ya no hay escuelas, ni citas dogmáticas ni gurús del pensamiento, ni Occidente es el centro desde el que se piensa el mundo. Tampoco el último pensador es el más moderno. Los cambios necesitan perspectiva y son más contemporáneos un Cristopher Lasch (La cultura del narcisismo, 1979) o las lecciones de Foucault sobre libertad individual y ética que estrellas efímeras.
Entre los pensadores más seguidos figuran el nietzschiano Peter Sloterdijk y el provocador neomarxista Slavoj Zizek, Giorgio Agamben que repiensa el humanismo para saber qué hacer hoy o Ulrich Beck, que habla de la incierta sociedad de riesgo o Zygmunt Baumann, sobre la sociedad líquida. Judith Butler, Seyla Benhabib y Martha Nussbaum han tratado los derechos de la mujer, y también las fronteras de la justicia y las emociones. Toni Negri sigue siendo la referencia europea de la izquierda radical, mientras Amartya Sen, el gran pensador de la pobreza.
Los círculos progresistas norteamericanos han encumbrado como una de sus estrellas rutilantes a un economista francés que tiene más gancho mediático que Stiglitz o Krugman: se trata de Thomas Piketty, de 42 años, que estuvo casado con la ministra socialista Aurélie Filipetti, y cuyo libro El capitalismo del siglo XXI -casi mil páginas y quince años de trabajo- documenta que el crecimiento de la desigualdad en el mundo -se ha multiplicado por seis- hace urgente adoptar medidas reguladoras (gravar a los multimillonarios) para evitar que la acumulación de capital (o el retorno neto del capital) sea peligrosamente superior al crecimiento económico. Thomas Pogge levanta máscaras de hipocresía y demanda medidas para paliar la pobreza y la vulneración de los derechos humanos: "Cada uno de nosotros debe hacer lo suficiente para proteger a los pobres del mundo de manera que tengamos la seguridad de que estamos compensando por completo la propia parte del déficit de derechos humanos que causamos en conjunto".
Otro de los grandes problemas es el deterioro de la democracia, con el alejamiento de los ciudadanos de los políticos que deberían representarles. Lo estudia el sociólogo británico Colin Crouch en Posdemocracia, mientras Christian Laval analiza los cambios que están deteriorando el sistema educativo.
Axel Honneth, heredero del venerable Jürgen Habermas, propone su teoría del reconocimiento del otro para completar la subjetividad de uno. Marc Augé reflexiona sobre las ciudades, Jon Elster analiza los comportamientos sociales. Charles Taylor tiende puentes entre la ilustración y el comunitarismo (cuyas ideas defiende Michael Walzer). En África, el ganés Kwame Appiah trata temas como la identidad. El profesor israelí Avishai Margarit propone cómo construir una sociedad decente... Entre los divulgadores de los cambios tecnológicos están los muy médiáticos David Gelernter y Douglas Rushkoff.
La lista de pensadores lentos seguiría con Stanley Cavell, Néstor García Canclini, Ian Hacking, Jaakko Hintikk, Sudhir Kakar, Vladimir Kantor, Michael Walzer, José Gil, Richard Dawkins, Peter Singer...
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