sábado, 24 de mayo de 2014

"Han logrado que los pobres incluso se avergüencen de serlo"


LA VANGUARDIA 20/05/2014
Justo Barranco

Owen Jones, autor de Chavs. La demonización de la clase obrera
 
LAS IDEAS TRIUNFANTES "Los problemas sociales se tratan ahora como fracasos individuales"
LA MERITOCRACIA "Supone que si estás abajo es por falta de capacidades, justifica la desigualdad"
 
Una mirada crítica a la sociedad contemporánea

Retuitea esta imagen si odias a este hombre tanto como yo lo hago", dice el mensaje. En la imagen adjunta se ve la cara de Owen Jones en el punto de mira de un arma. Este tuit, enviado este fin de semana por un autodenominado "demócrata británico" muestra que: uno, twitter es usado para lo mismo en todo el mundo, y no sólo en León; dos, que la homofobia sigue viva por más días contra ella que se celebren: por eso el mensaje entrecomillado hombre; y tres, que Owen Jones (Sheffield, 1984) se ha convertido con su libro Chavs. La demonización de la clase obrera (Capitán Swing) y sus columnas en The Guardian en una figura icónica de la izquierda que concentra fuertes odios y entregadas adhesiones.

Su libro comienza con una anécdota en una fiesta de progres: "Es triste que cierren Woolworth's (una cadena de tiendas). ¿Dónde van a ir todos los chavs (nombre despectivo para la clase baja británica) a comprar sus regalos de Navidad?". Era gente que defendería los derechos de los gays o los negros, pero con los chavs todos rieron. Jones decidió escribir un libro que explica ese desprecio como fruto de años de políticas de Thatcher y sus herederos. Su presencia ayer en el CCCB y hoy en el Círculo de Bellas Artes de Madrid ha causado furor en las redes sociales, especialmente entre los más jóvenes. Nada extraño contando que toca el tema clave en todos los debates actuales: la desigualdad.

¿Qué es un 'chav'?

Un término impuesto en Reino Unido casi exclusivamente a gente con orígenes obreros y puede significar muchas cosas: desde gente que viste de manera hortera, chabacana, lo que indica un bajo origen económico, a vagos, dependientes de las ayudas sociales, gente con comportamiento antisocial...

¿Como la del 'reality' de Channel 4 'Benefit street', que retrata un barrio donde sus habitantes viven de ayudas públicas?

Ese programa es pornografía de la pobreza

. Sirve para rechazar a la gente de ciertas procedencias. Y viene de una idea más global: tratar los problemas sociales como fracasos individuales que no tienen que ver con la injusticia social sino con las características de cada uno. Es un modo de justificar la desigualdad social. Viene a decir que los que están arriba lo están porque son trabajadores, inteligentes y agradables. mientras que los de abajo son vagos y haraganes. En ese sentido, el Gobierno ha explotado las diferencias que existen entre los propios trabajadores para realizar políticas de envidia. No sólo acusan de envidia a la gente que pide mayores impuestos a los ricos. También dicen: mirad, trabajadores con sueldo, envidiad al desempleado, el lujo en el que vive sin trabajar. O: mirad, trabajadores privados, qué pensión tienen los profesores y las enfermeras, en vez de enfrentarse a las grandes empresas que han despilfarrado los planes de pensiones privados. O: tú no puedes lograr vivienda asequible, pero no te enfades con los políticos, sino con los inmigrantes. Mira qué viviendas de lujo les dan.

Es una manera de justificar el sistema.

Es la columna vertebral ideológica de una sociedad desigual. Si no, en un país rico sería absurda esa desigualdad de que unos naden en la riqueza y otros luchen por sobrevivir. Pero si la desigualdad refleja las habilidades de cada uno...

La meritocracia de Blair.

La meritocracia se inventó como

una idea negativa, distópica por Michael Young en los años cincuenta. Creía que dejaría a los pobres y necesitados igualmente abajo del todo, sólo que ahora estarían abajo porque lo merecen por no tener capacidades. Serviría para justificar la desigualdad, haciendo además que los que están abajo sientan vergüenza, internalicen que tienen que estar ahí. Es una idea muy poderosa. Y así ahora en Reino Unido en los últimos cinco años los ricos han doblado su riqueza y un millón de personas depende de bancos de comida.

Pero. ¿cómo se inicia esta explosión de desigualdad?

En muchos países, gracias a las luchas sociales, había sindicatos

fuertes, mayores impuestos a los ricos y una economía mixta con intervención del Estado. Eso promovía la igualdad a la larga. Los ricos aceptaban esas constricciones por miedo a la revolución, pero también porque tras la guerra les iba muy bien. En los setenta la crisis llegó y los neoliberales la usaron para promover una ideología que había perdido la batalla: bajar impuestos a los ricos, subir impuestos indirectos, debilitar a los sindicatos que aseguraban a la gente una mayor parte de la riqueza que creaba... Así los que están arriba prosperan y escriben sus leyes.

¿Cómo se convence a la mayoría de votantes de dejarles?

Igualaron el interés de toda la sociedad al de los que están arriba. Para ir bien les tiene que ir bien a ellos, hay que proteger sus intereses o se hunde la economía. A difundir eso ayudaron los medios y los think tanks que las élites pagaron para promover sus ideas. A eso se le sumó la globalización, la caída de la URSS, la desaparición de la izquierda como una fuerza de masas... Y sobre todo el sentimiento de que no hay alternativa. Es una de sus posiciones más fuertes. Han logrado redefinir lo que es aceptable políticamente y lo que no. No se trata de leyes, sino de mentalidades. Es la llamada ventana Overton: lo que hay dentro de su marco es de sentido común, aceptable, normal; lo que hay fuera, extremo, una locura. Y durante las crisis la rica élite neoliberal interconectada ha convertido en extremo lo que era mainstream, se ha cambiado lo debatible como un cortafuegos contra la democracia. No hay alternativa o llegará la calamidad económica.

¿Cómo sería esa alternativa en el mundo globalizado?

Se dice que hay que bajar los salarios y derechos para competir. En Reino Unido se ha dejado que el mercado decida y caiga la base industrial. En general, hace falta una estrategia industrial, como en Alemania, con trabajadores bien preparados e I+D que permiten que no se vayan las empresas. No es inevitable competir hacia la nada, como muestran los países escandinavos. Me frustra que los trabajadores europeos, con intereses similares, no luchen unidos. Hacen falta propuestas comunes para empujarlas juntos. De la historia aprendemos que los cambios no vienen de la generosidad de los de arriba, sino de las luchas y sacrificios de los de abajo.

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