ENTREVISTA A LORETTA NAPOLEONI TRAS LA INTEREVENCIÓN DE RUSIA EN SIRIA (8-10-2015) Clicad el enlace.
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Loretta Napoleoni: "El Estado Islámico sabe que la violencia extrema vende"
Fuente: ABC, 11-3-2015
La periodista y politóloga italiana presentó en Madrid el libro El fénix islamista, donde analiza la génesis del EI y las razones que han llevado a su rápida expansión
«Occidente ha delegado la gestión de la
guerra de Siria en sus aliados del Golfo y estos no han gestionado bien
la situación. No se puede delegar nuestra política exterior en otros
países, porque es algo que nos afecta. El Estado Islámico está muy cerca
de Turquía, del Mediterráneo», asegura Loretta Napoleoni.
La periodista y politóloga italiana
sostiene que ha sido el conflicto sirio el que ha permitido que el
grupo Estado Islámico se extienda y se fortalezca. «Al-Baghdadi,
actual líder el EI, tomó una decisión genial al ir a la guerra civil
que tenía lugar en Siria para buscar dinero de los patrocinadores, que
procedían de países como Arabia Saudí, Qatar y Kuwait. Y con él
reconstituyó el grupo», explicó Napoleoni durante la presentación,
en la Casa Árabe, de su libro «El Fénix islamista. El Estado Islámico y el rediseño de Oriente Próximo» (Paidós).
...Napoleoni explicó las diferencias del EI con respecto a otros grupos
terroristas como Al Qaeda, cuyo principal objetivo era Estados Unidos,
«muy lejano para la población de Oriente Próximo». Al contrario de lo
que le ofrece el grupo liderado por Al-Baghadadi, cuyo afán es la reinsturación del califato.
Un objetivo que supone la creación de un Estado que quiere extenderse
entre la capital de Irak a Israel. «El próximo objetivo del EI es
conquistar Bagdad», señaló.
Este punto demuestra además, que las ambiciones del EI no son solo de carácter religioso sino político. Una política nacionalista que les permita recuperar el territorio y el esplendor del Islam.
Gran desconocimiento
Esto hace que el proyecto del EI se
sienta de manera más cercana por una población que está disconforme con
los sistemas políticos que la gobierna. Además de subrayar los errores
de Occidente, entre los que destacó la ignorancia de los militares, las agencias de seguridad y los periodistas
de lo que estaba sucediendo en Siria e Irak; se refirió a los fenómenos
coyunturales que han alimentado la reorganización del EI, como la Primavera Árabe
«que demostró que la población quería un cambio de regimen,
principalmente democrático». Sin embargo, matizó, el proceso ha
fracasado en todos los países, excepto en Túnez, «donde el índice que
escolarización y de estudios es mayor».
«El EI se presenta a los jóvenes como una experiencia patriótica y anti-imperialista»
Napoleoni, que cuando ofreció a su
editorial de Nueva York la idea de este libro no fue muy bien recibida
-«me dijeron que saldría en ebook, y sería muy pequeño. Hoy el texto ya
ha sido traducido a 20 idiomas»-,
advirtió que para poder enfrentarse al EI hay que conocerlo y darse
cuenta que no tiene nada que ver con otros grupos terroristas: «Tenemos
que estudiar el fenómeno como una modalidad nueva, cuya parte más visible son los vídeos de propaganda pero que representa algo mucho más serio, con un programa a largo plazo».
Para la periodista italiana, responsable de títulos como «Economía canalla» o «Democracia en venta», el Estado Islámico es un fenómeno moderno y muy pragmático. Es capaz de
utilizar la política del terror, extendida a través de las redes
sociales y la sobreexposición metiática de sus crímenes -sabe apreciar
que la violencia extrema vende como noticia-, acompañado por el
secretismo que rodea a su líder, un programa social y un discurso
nacionalista.
«Si el EI, utilizando el terrorismo
como medio para hacerse con el control de territorios, y reformas
políticas y sociales para ganarse el consenso popular, logra la
construcción de un nuevo estado, un estado que el mundo quede obligado a reconocer,
habrá demostrado lo que todas las organizaciones armadas reivindican:
que sus miembros no son delicuentes sino enemigos empeñados en una
guerra asimétrica para derrocar regímenes ilegítimos, tiránico y
corruptos», señala Napoleoni en su libro.
Por qué funciona el Califato
El Estado Islámico posee unas características que ningún otro grupo armado yihadista ha tenido jamás: pragmatismo y modernidad. En 12 meses, tras extender sus fronteras y consolidar su territorio, es el referente indiscutible de esa ideología
Fuente: EL PAÍS, 27 de junio de 2015. Loretta Napoleoni
Era de esperar que, con motivo del primer aniversario de la creación
del Califato, el 29 de junio, sus seguidores cometieran algún acto
terrorista. Y el modelo ha sido el mismo de los últimos 12 meses: varios
atentados de naturaleza y escala distintas en Occidente y en Oriente.
En Europa no es necesario un nuevo 11-S ni una nueva masacre de Atocha,
basta con decapitar a un hombre en Lyon, “en nombre del Estado
Islámico”, para causar el pánico entre la población. En Túnez funcionan
mejor las matanzas de turistas, mientras que en Kuwait, Yemen y Arabia
Saudí, la modalidad escogida es la de las bombas en mezquitas chiíes.
El motor detrás de todos estos atentados son las palabras dirigidas
por el Califa hace un año a la población suní mundial: “Este es vuestro
Estado, venid a construirlo y, si no, haced todo lo que podáis, estéis
donde estéis, para apoyarlo”. Desde entonces resuenan en todo el mundo y
hacen crecer el número de adeptos. Muchos han viajado al Estado
Islámico para combatir al enemigo, y el mayor contingente procede
paradójicamente de Túnez, el único país en el que la primavera árabe
ha triunfado. Pero también en Arabia Saudí, Yemen y Kuwait aumenta el
número de jóvenes que desean incorporarse al EI, y de ahí los frecuentes
ataques contra los chiíes en esos países.
A un año de su nacimiento, la capacidad de seducción del Estado
Islámico es mayor que nunca. Un hecho preocupante que nos obliga a
reflexionar sobre el porqué de sus éxitos.
Con unas fronteras flexibles, capaz de captar reclutas en el
ciberespacio, interceptar comunicaciones por satélites y modificar
nuevas armas, el Califato se parece más a Star Trek que al Afganistán del Mulá Omar y Osama bin Laden.
El Estado Islámico posee unas características que ningún otro gupo
armado yihadista ha tenido jamás: pragmatismo y modernidad. El Califato
sabe explotar los puntos débiles y los fuertes del enemigo. Una táctica
napoleónica que, en 12 meses, le ha permitido extender sus fronteras,
consolidar el territorio y convertirse en el icono indiscutible del
movimiento yihadista mundial.
La dirección del EI conoce muy bien al enemigo, porque pelea contra
él desde 2003. Los generales del Califato proceden del Ejército y de los
servicios de inteligencia de Sadam Husein. Muchos fueron adiestrados
por los occidentales al inicio de su carrera, durante la guerra entre
Irak e Irán. Todos se quedaron sin trabajo tras la conquista de Bagdad,
cuando Paul Brenner, el virrey del nuevo Estado, despidió en bloque al
Ejército y la policía. Aquel fue el primer error. Aunque el Pentágono
había sugerido solo una depuración, los aliados chiíes convencieron al
vicepresidente norteamericano Dick Cheney de que echara a todos. En el
vacío creado, Maliki, primer ministro hasta 2014, transformó el Ejército
iraquí en un batiburrillo de milicias chiíes, y Al Zarqaui, el líder
supremo de los yihadistas, se quedó con los mejores estrategas de Sadam
Husein. Como consecuencia, en poco más de 10 años, la situación se ha
ido al traste, el Califato combate con un ejército muy preparado, e Irak
está en manos de bandas armadas de chiíes exaltados.
Jack Keane, uno de los artífices del refuerzo de tropas
estadounidenses de 2007, está de acuerdo con este análisis. Coinciden
también los norteamericanos que se encargaron de formar mandos y
entrenar a los soldados en el uso de las armas más modernas. Muchos
llevan años diciendo que el nuevo Ejército iraquí ha vendido en el
mercado negro gran parte del arsenal bélico proporcionado por
Washington. Se calcula que el coste para el contribuyente estadounidense
ha sido de 42.000 millones de dólares, un dinero decididamente mal
gastado.
El segundo error es pensar que los drones y la moderna tecnología de
reconocimiento proporcionados por Estados Unidos bastan para que un
ejército de incompetentes y corruptos pueda ganar la guerra. La
conquista de Ramadi, a las puertas de Bagdad, lo confirma. Después de
imponer el silencio en las redes sociales durante semanas, el EI tomó la
ciudad por sorpresa durante una tormenta de arena que cegó a drones y
satélites. Una oleada de atentados con bombas en carros de combate abrió
un agujero en las defensas iraquíes y permitió a los yihadistas izar
sobre los tejados la primera bandera blanca y negra. Los soldados
iraquíes salieron corriendo, igual que el verano pasado en Mosul, y
abandonaron uniformes y armas sobre el terreno.
Otra equivocación es pensar que la población del Califato no le da su
apoyo porque se siente conquistada y oprimida por el enésimo poder
dictatorial. En Palmira, una ciudad cuya riqueza está en las ruinas
grecorromanas, las autoridades del Califato, después de ejecutar en
público a los leales a El Asad, se han dedicado a garantizar las
infraestructuras básicas —agua, electricidad—, pero también hospitales y
escuelas, y han permitido a los comerciantes que vayan a Raqaa a
abastecerse.
En los grandes centros conquistados en el último año, como Mosul, el
Estado Islámico busca el favor de la población con una política de
normalidad cotidiana y muestra una gran flexibilidad ante las exigencias
de cada comunidad. En Faluya, en 2014, la bandera del Califato no se
izó hasta semanas después, mientras negociaba las condiciones de gestión
de la ciudad con los jefes tribales. Esa estrategia está dando frutos
tanto dentro del nuevo Estado como en el exterior. Por ejemplo, para
reclutar a mujeres musulmanas occidentales, se les ofrece una vida
doméstica tranquila y una buena situación social al lado de un héroe
yihadista, padre fundador del Califato. Para las que prefieren combatir,
existe una brigada armada totalmente femenina, y para las que, como
Sham, una médico maliense, desean seguir ejerciendo su profesión, hay
ambulatorios y hospitales solo para mujeres.
Tanto en Irak como en Siria, el arma de captación más refinada del
Estado Islámico es el aliciente nacionalista en contra de los regímenes
dictatoriales chiíes y sus aliados occidentales. Por desgracia,
Occidente no ha comprendido todavía que el fundamentalismo religioso ha
sufrido una mutación genética. Quienes se dejan seducir por él se
introducen de golpe en una experiencia única: la creación de la primera
nación-Estado suní, la materialización de la utopía política musulmana.
Por eso, para entender la capacidad del EI para atraer a hombres y
mujeres en el exterior y obtener el consenso popular en su interior,
deberíamos hablar de patriotismo, más que de terrorismo.
Un año después de su creación, el éxito del Califato y los fracasos
de la coalición mundial en su contra están ligados a la novedad del
fenómeno Estado Islámico, que a los que quieren destruirlo todavía les
cuesta comprender.
Loretta Napoleoni es economista.
Las reclutadoras del Estado Islámico
El proyecto estatal yihadista necesita mujeres para dotarse de estabilidad social. Un grupo de musulmanas se encarga de alistar adeptas entre las jóvenes occidentales utilizando Internet como herramienta
El Estado Islámico promueve el derecho a construir una nación, el
Califato, con el antiguo mensaje de “casa y hogar”, de modo que alienta a
sus militantes a casarse y procrear. Pero las mujeres escasean y se
impone, por tanto, la necesidad de una campaña de reclutamiento rica en
ideales nacionalistas y repleta de anuncios matrimoniales. Su objetivo
principal son las musulmanas occidentales. Y lo cierto es que resulta
más fácil reclutar a mujeres criadas en Occidente que a las de los
países árabes o en vías de desarrollo. Las primeras son más activas en
las redes sociales, la palestra ideológica más frecuentada por las
futuras heroínas yihadistas —y en la que se produce también
buena parte de la radicalización de los hombres—, y, en consecuencia,
más fáciles de rastrear y engatusar. Pero, sobre todo, las occidentales
son más cultas e independientes, características que las hacen
especialmente sensibles al proyecto nacionalista así como propensas a
abandonar a sus padres, parientes y amigos para entrar a formar parte de
la nueva nación. Entre estas se encuentra Fátima, una joven australiana
de 20 años, antigua estudiante de Biología, establecida en Siria a
finales de 2013, que tuitea “el nuestro es un proyecto patriótico, el
nacimiento de una nación y nosotras somos las madres de la patria”.
Muchas de las artimañas que el Estado Islámico utiliza para seducir a las mujeres son similares a las técnicas de seducción empleadas en la Red por los pedófilos. Las víctimas son siempre jóvenes, preferentemente adolescentes, que pasan mucho tiempo en Internet, por lo que están muy familiarizadas con todas las redes sociales: Twitter, Instagram, Facebook, YouTube, etcétera. Quienes las reclutan, sin embargo, no son hombres sino un puñado de mujeres jóvenes, todas ellas occidentales procedentes de distintos países, que conocen a la perfección la psicología femenina musulmana porque la comparten. Su cometido es engatusar a sus coetáneas y convencerlas para que abandonen el consumismo y la cultura occidental y se embarquen en una aventura patriótica junto a un guerrero, o mejor dicho, junto a un héroe.
De adoctrinar a las inglesas se encarga Asaq Mahmood, exestudiante de Medicina de Glasgow, procedente de una familia paquistaní, radicalizada sin salir de su habitación a través de vídeos de propaganda islámica. Fue una de las primeras en abandonar a su familia y en unirse a las filas del Estado Islámico. Lo hizo todo por su cuenta, sin ayuda de ningún reclutador, y cuando llegó a Al
Raqa se convirtió de inmediato en la voz femenina del Califato.
Asaq es habilísima en el uso de las redes sociales como herramienta de persuasión y seducción; dependiendo de la psicología de su presa, compone poemas nacionalistas o divulga recetas de cocina de Oriente Medio mejoradas con ingredientes occidentales, como crepes de harina de grano tierno con Nutella. Antes de su huida tenía un blog en el que iba contando día tras día su propio proceso de adoctrinamiento, un diario valiosísimo para la lucha antiterrorista. Al leerlo, no cuesta darse cuenta de que su autora no es solo una chica inteligente que se sentía incómoda en su propia piel, sino que posee también una racionalidad completamente occidental y un espíritu de independencia adquirido en los pupitres escolares de Escocia. Características que la indujeron a buscar la respuesta a sus interrogantes existenciales en la Red.
Los primeros pasos de todos los seguidores occidentales del Estado Islámico, mujeres y hombres, tienen lugar casi siempre en el universo cibernético y están motivados por la búsqueda de una nueva identidad, por la necesidad de dar un sentido significativo a sus vidas. La seducción del Estado Islámico, en el caso de Asaq, se produjo a nivel intelectual, la militancia la ha transformado en la heroína de una aventura patriótica, el Califato, la primera auténtica expresión concreta de la utopía política musulmana, un sueño idealista que lleva siglos serpenteando entre las familias musulmanas y con el que todas las generaciones acaban tropezando.
Es muy probable que Asaq haya recurrido a esta narrativa nacionalista para reclutar a las tres adolescentes británicas que en el pasado mes de febrero emprendieron su propio viaje hacia Al Raqa: las dos quinceañeras Amira Abase y Shamira Begun, y Kadiza Sultana, de 16 años.
Una táctica diferente, en cambio, es la que aplica, en el caso de las musulmanas de Ceuta, Loubna Mohamed, de 21 años, a la cabeza de una red de reclutamiento española. Loubna era una maestra de jardín de infancia, que se esfumó de repente para reaparecer unas semanas más tarde en las redes sociales. Desde Al Raqa, Loubna habla a adolescentes con menor nivel educativo que Amira, Shamira y Kadiza, a muchachas con sueños más sencillos, para quienes el matrimonio es la meta más importante de sus vidas.
Sin que se den cuenta, la seducción de estas cenicientas islámicas, encarceladas por su madrastra occidental, se produce paradójicamente a través de la manipulación de las herramientas clásicas de las fábulas europeas. La mujer de carrera, que se codea con los hombres en los Consejos de Administración de las grandes empresas, es una imagen repugnante, como repugnante resulta la idea de acabar siendo una solterona. Eso se intuye claramente en los mensajes que desde Al Raqa lanza Loubna. Y el adoctrinamiento funciona. En Ceuta, con una población de 85.000 habitantes, 15 familias han denunciado la desaparición de adolescentes, un porcentaje altísimo.
Es difícil establecer con exactitud cuántas son las mujeres occidentales engatusadas y seducidas por las reclutadoras del Estado Islámico; los ingleses sostienen que son unas 550, pero estas estadísticas solo tienen en cuenta aquellos casos de desapariciones divulgados por las familias. Por ejemplo, en Reino Unido las chicas desaparecidas oficialmente son 20, pero se sospecha que las familias de otras 40 no han denunciado su desaparición.
En Alemania se estima que son 100 las mujeres que se han marchado con destino al Califato, algunas con maridos e hijos, pero la gran mayoría solas. La franja de edad más común es la que oscila entre los 16 y los 27 años, y entre ellas se cuenta Fatma, desaparecida en diciembre de 2013, con solo 17 años y milagrosamente hallada por sus padres en Siria.
La reclutadora de las mujeres musulmanas alemanas es una compatriota suya que se hace llamar Muhajira, emigrante. En su blog, titulado Una verdadera heroína, discute simultáneamente de los fundamentos del islam y de fábulas de amor con héroes yihadistas. Describe el viaje a Al Raqa como un libro ilustrado, repleto de aventuras y descubrimientos.
Últimamente, la llegada de nuevos reclutas masculinos —se calcula que en los últimos 12 meses han llegado desde Europa 6.000 jóvenes— ha obligado al Estado Islámico a acelerar el programa de reclutamiento de novias. Así han nacido sitios web como ask.fm, en el que los futuros maridos publican anuncios matrimoniales, el match.com yihadista. En julio, el Estado Islámico ha abierto incluso una agencia matrimonial en Al Bab, una aldea en la provincia de Alepo, y recientemente el califa, Al Baghdadi, ofreció a las futuras parejas vivienda y 1.200 dólares de dote.
La importancia de la mujer, a estas alturas, va mucho más allá de la necesidad de procrear, para convertirse en un elemento fundamental de estabilidad social. Del mismo modo que la condición de solterona resulta repulsiva para las mujeres, para el guerrero el estar sin esposa ni familia es señal de fracaso, y a juzgar por los comentarios en Internet de yihadistas jóvenes en busca de una mujer para casarse, también de una condición frustrada de hombre. Quién sabe, tal vez la primera auténtica crisis social en el seno del Estado Islámico acabe produciéndose a causa de la desproporción entre hombres y mujeres en su seno. Si el califato no es capaz de emparejar a sus guerreros, el sueño nacionalista podría fracasar. Una realidad surrealista, que podría ayudarnos sin embargo a encontrar una nueva arma contra este. La política de “casa y hogar” no es novedosa, y fue también uno de los cimientos de la aventura nacionalista en Europa y América. Los nuevos Estados nacen de las familias que constituyen los pilares de su sociedad. Sin ellos, el Estado no puede existir.
Loretta Napoleoni es economista.
Muchas de las artimañas que el Estado Islámico utiliza para seducir a las mujeres son similares a las técnicas de seducción empleadas en la Red por los pedófilos. Las víctimas son siempre jóvenes, preferentemente adolescentes, que pasan mucho tiempo en Internet, por lo que están muy familiarizadas con todas las redes sociales: Twitter, Instagram, Facebook, YouTube, etcétera. Quienes las reclutan, sin embargo, no son hombres sino un puñado de mujeres jóvenes, todas ellas occidentales procedentes de distintos países, que conocen a la perfección la psicología femenina musulmana porque la comparten. Su cometido es engatusar a sus coetáneas y convencerlas para que abandonen el consumismo y la cultura occidental y se embarquen en una aventura patriótica junto a un guerrero, o mejor dicho, junto a un héroe.
De adoctrinar a las inglesas se encarga Asaq Mahmood, exestudiante de Medicina de Glasgow, procedente de una familia paquistaní, radicalizada sin salir de su habitación a través de vídeos de propaganda islámica. Fue una de las primeras en abandonar a su familia y en unirse a las filas del Estado Islámico. Lo hizo todo por su cuenta, sin ayuda de ningún reclutador, y cuando llegó a Al
Raqa se convirtió de inmediato en la voz femenina del Califato.
Asaq es habilísima en el uso de las redes sociales como herramienta de persuasión y seducción; dependiendo de la psicología de su presa, compone poemas nacionalistas o divulga recetas de cocina de Oriente Medio mejoradas con ingredientes occidentales, como crepes de harina de grano tierno con Nutella. Antes de su huida tenía un blog en el que iba contando día tras día su propio proceso de adoctrinamiento, un diario valiosísimo para la lucha antiterrorista. Al leerlo, no cuesta darse cuenta de que su autora no es solo una chica inteligente que se sentía incómoda en su propia piel, sino que posee también una racionalidad completamente occidental y un espíritu de independencia adquirido en los pupitres escolares de Escocia. Características que la indujeron a buscar la respuesta a sus interrogantes existenciales en la Red.
Los primeros pasos de todos los seguidores occidentales del Estado Islámico, mujeres y hombres, tienen lugar casi siempre en el universo cibernético y están motivados por la búsqueda de una nueva identidad, por la necesidad de dar un sentido significativo a sus vidas. La seducción del Estado Islámico, en el caso de Asaq, se produjo a nivel intelectual, la militancia la ha transformado en la heroína de una aventura patriótica, el Califato, la primera auténtica expresión concreta de la utopía política musulmana, un sueño idealista que lleva siglos serpenteando entre las familias musulmanas y con el que todas las generaciones acaban tropezando.
Es muy probable que Asaq haya recurrido a esta narrativa nacionalista para reclutar a las tres adolescentes británicas que en el pasado mes de febrero emprendieron su propio viaje hacia Al Raqa: las dos quinceañeras Amira Abase y Shamira Begun, y Kadiza Sultana, de 16 años.
Una táctica diferente, en cambio, es la que aplica, en el caso de las musulmanas de Ceuta, Loubna Mohamed, de 21 años, a la cabeza de una red de reclutamiento española. Loubna era una maestra de jardín de infancia, que se esfumó de repente para reaparecer unas semanas más tarde en las redes sociales. Desde Al Raqa, Loubna habla a adolescentes con menor nivel educativo que Amira, Shamira y Kadiza, a muchachas con sueños más sencillos, para quienes el matrimonio es la meta más importante de sus vidas.
Sin que se den cuenta, la seducción de estas cenicientas islámicas, encarceladas por su madrastra occidental, se produce paradójicamente a través de la manipulación de las herramientas clásicas de las fábulas europeas. La mujer de carrera, que se codea con los hombres en los Consejos de Administración de las grandes empresas, es una imagen repugnante, como repugnante resulta la idea de acabar siendo una solterona. Eso se intuye claramente en los mensajes que desde Al Raqa lanza Loubna. Y el adoctrinamiento funciona. En Ceuta, con una población de 85.000 habitantes, 15 familias han denunciado la desaparición de adolescentes, un porcentaje altísimo.
Es difícil establecer con exactitud cuántas son las mujeres occidentales engatusadas y seducidas por las reclutadoras del Estado Islámico; los ingleses sostienen que son unas 550, pero estas estadísticas solo tienen en cuenta aquellos casos de desapariciones divulgados por las familias. Por ejemplo, en Reino Unido las chicas desaparecidas oficialmente son 20, pero se sospecha que las familias de otras 40 no han denunciado su desaparición.
En Alemania se estima que son 100 las mujeres que se han marchado con destino al Califato, algunas con maridos e hijos, pero la gran mayoría solas. La franja de edad más común es la que oscila entre los 16 y los 27 años, y entre ellas se cuenta Fatma, desaparecida en diciembre de 2013, con solo 17 años y milagrosamente hallada por sus padres en Siria.
La reclutadora de las mujeres musulmanas alemanas es una compatriota suya que se hace llamar Muhajira, emigrante. En su blog, titulado Una verdadera heroína, discute simultáneamente de los fundamentos del islam y de fábulas de amor con héroes yihadistas. Describe el viaje a Al Raqa como un libro ilustrado, repleto de aventuras y descubrimientos.
Últimamente, la llegada de nuevos reclutas masculinos —se calcula que en los últimos 12 meses han llegado desde Europa 6.000 jóvenes— ha obligado al Estado Islámico a acelerar el programa de reclutamiento de novias. Así han nacido sitios web como ask.fm, en el que los futuros maridos publican anuncios matrimoniales, el match.com yihadista. En julio, el Estado Islámico ha abierto incluso una agencia matrimonial en Al Bab, una aldea en la provincia de Alepo, y recientemente el califa, Al Baghdadi, ofreció a las futuras parejas vivienda y 1.200 dólares de dote.
La importancia de la mujer, a estas alturas, va mucho más allá de la necesidad de procrear, para convertirse en un elemento fundamental de estabilidad social. Del mismo modo que la condición de solterona resulta repulsiva para las mujeres, para el guerrero el estar sin esposa ni familia es señal de fracaso, y a juzgar por los comentarios en Internet de yihadistas jóvenes en busca de una mujer para casarse, también de una condición frustrada de hombre. Quién sabe, tal vez la primera auténtica crisis social en el seno del Estado Islámico acabe produciéndose a causa de la desproporción entre hombres y mujeres en su seno. Si el califato no es capaz de emparejar a sus guerreros, el sueño nacionalista podría fracasar. Una realidad surrealista, que podría ayudarnos sin embargo a encontrar una nueva arma contra este. La política de “casa y hogar” no es novedosa, y fue también uno de los cimientos de la aventura nacionalista en Europa y América. Los nuevos Estados nacen de las familias que constituyen los pilares de su sociedad. Sin ellos, el Estado no puede existir.
Loretta Napoleoni es economista.
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